Matías Díaz: de la gloria a la frustración en el rugby y el poder de levantarse

Matías Díaz: de la gloria a la frustración en el rugby y el poder de levantarse

Matías Díaz, una promesa del rugby mendocino que se quedó en el camino por un problema de salud, se capacita como entrenador. Arrancó de grande en el deporte, llegó a jugar dos mundiales juveniles y cuando estaba en la lista para el mundial mayor con Los Pumas, un problema de salud lo dejó afuera.

Tras formar parte de una camada soñada de juveniles, Matías Díaz vivió la ambivalente sensación de tocar el cielo con las manos y caer al abismo más profundo. Tras un período alejado de la actividad, ahora se encuentra formándose como entrenador. En diálogo con el programa Argentina También Juega, que se emite de lunes a viernes de 19-21 por  Aurora 91.3, repasa sus momentos entre expectativa, frustración y esperanza.

“Personalmente estoy muy bien, dentro de actividades muy productivas, estudios, capacitaciones personales, trabajos para mi carrera como entrenador y para la UAR, obviamente también sin alejarme de la realidad mundial con respecto a la caída económica y sanitaria”, comenzó explicando en la radio.

“Leo mucho, veo muchos videos, tenemos múltiples herramientas: podcasts, youtube. Hay que tener criterio para filtrar entre tanta información. Por los lugares donde pude jugar al rugby en sí, no me cuesta tanto. Se me complica a la hora de expresarme, que el jugador entienda lo que quiero decir, porque soy joven. En todos los cursos entiendo la forma de trabajo porque la viví hasta hace poco, pero me cuesta desarrollarme en la comunicación, que es algo a trabajar más”, puntualizó.

Sobre el momento donde se le diagnosticó el problema cardíaco, en su etapa de jugador, recordó: “Tuve la suerte de ser parte de ese gran grupo de juveniles. Todos llegaron a Jaguares o a Los Pumas. Después del triunfo histórico en Sudáfrica, a la otra semana jugábamos en Argentina y se daba la lista mundialista. Entre semana sentí palpitaciones y me hicieron estudios. Me recomendaron no jugar ese fin de semana. El lunes estaban los resultados y fue raro porque me hicieron ir de urgencia a Buenos Aires para hablar con los médicos”.

Y continuó: “Me diagnosticaron miocardiopatía hipertrófica, que básicamente es un ensanchamiento de las paredes del corazón y tuve que dejar de jugar en alto rendimiento”.

“Es difícil de contar porque tras el segundo mundial juvenil que jugué en Francia, nos llamaron y no recuerdo mucho del partido por los nervios y la adrenalina. Si recuerdo que se lesiona (Marcos) Ayerza y a (Juan) Figallo lo pasaron a ese lugar y yo entré de tres. Me tocó estar de frente con Tendai Mtawarira, uno de los pilares más fuertes y símbolo de Sudáfrica. Era una mochila muy grande la que me tiraron, pero tenía 20 años, ganas y energía, así que le faltás el respeto a los rivales y te los querés comer”, contó el mendocino.

Pero vinieron las malas. El problema de salud acabó con una carrera que parecía no tener techo: “Tengo 27 años y empiezo a mirar hacia atrás: en tan poco tiempo logré tanto. Arranqué a los 15, a los 20 llegué a Los Pumas, jugué en Barbarians, Highlanders. Estaba en la lista de un Mundial, alcancé lo máximo a lo que un rugbier puede apuntar. Ahora lo valoro más. El desenlace está masticado y digerido y tengo nuevas metas y objetivos”, confesó.

“Me alejé del deporte, creo que por enojo con el universo. El rugby no tenía nada que ver con lo que pasaba. Cuando pude hacer mi propio duelo y encontré el viejo amor que sentía, volví y tenía las puertas abiertas. Andrés (Ramos, presidente de la URC) me llamó para trabajar con la Unión pero no me gusta hacer algo sin estar preparado. Empecé a dar una mano en el club, me mandaron a cursos de la UAR y estoy en la fase previa a ser entrenador de alguno de los equipo profesionales. Cuando pedís ayuda, te abren las puertas y eso es lo bueno de este deporte” concluyó.

Related posts